Conoce a Miguel Rodríguez, joven maestro chocolatero y uno de los artífices de la marca Herencia Divina.


Cuando hablamos de Herencia Divina nos referimos a una joven marca de chocolates que se esmera en mostrar las bondades del cacao venezolano. La sinfonía de detalles que se orquestan en cada una de sus tabletas le ha merecido, entre otros reconocimientos, la medalla de plata en los International Chocolate Awards 2017. ¿Pero quién está detrás de este emprendimiento que hace honor al cacao criollo?


Hoy en Dulcear.com te invitamos a visitar junto a nosotros el taller de Herencia Divina, para entrevistar al maestro chocolatero Miguel Rodríguez.


En cuanto entramos a su taller ubicado en Los Teques, nos embriaga el olor a cacao. Rodríguez nos recibe con chocolate caliente y luego nos muestra los espacios donde almacena las semillas y refrigera las tabletas. Allí comenzamos a conocer un poco más de él, y al mirar los títulos que cuelgan de las paredes nos asomamos a su experiencia profesional.




Cosas de niño


El primer recuerdo que evoca cuando habla de su oficio y pasión por el cacao, nos ubica en su infancia: tenía cinco años y se divertía haciendo tortas de pantano. Jugaba a ser repostero con el barro que en su imaginación era untuoso chocolate.


Asegura que también desde muy pequeño reconoció tener una aguda sensibilidad para los sabores y aromas: podía identificar en qué mercado había comprado su mamá el queso, solo por el olor. Y cuenta que desde los siete años le permitían ensamblar la torta fría que se preparaba en casa.  


A medida que fue creciendo el dulce juego comenzó a transformarse en vocación y pasión. Ya en tercer año de bachillerato aprovechaba los programas del canal de televisión Utilísima y las revistas de repostería que compraba su mamá para aprender a preparar bombones. En aquel entonces solo fundía el chocolate y lo vertía en los moldes. Siendo fiel a espíritu emprendedor, luego los vendía durante el recreo.


Del juego al oficio


Solo dos semanas después de graduarse de bachiller, Miguel Rodríguez comenzó sus estudios formarles como Chef de cocina internacional en el High Training Institute, en Caracas. Dos años después, terminó sus estudios en la escuela de David Garrido y continuó su formación haciendo pasantías en el Hotel Marriot y otros restaurantes. Afirma que esto le permitió dominar el tiempo, el servicio y producción. Luego hizo una maestría en pastelería en el Grupo Académico Panadero Pastelero (GAAP), y también estudió con el reconocido chef chocolatero José Ramón Castillo, en México.


Al regresar a Venezuela, participó en el concurso de pastelería de la marca KKO Real, y esto constituyó un punto de inflexión en su carrera: el certamen lo motivó a recorrer Venezuela en la búsqueda del cacao ideal para su propuesta de dulce.  Viajó a Barlovento y en Río Chico probó el mucílago de cacao. Esto generó en Rodríguez muchas inquietudes y despertó su conexión íntima con el cacao: El chocolate se desnuda solamente ante quien lo sabe seducir, explica hoy en las catas que dicta para enseñar a discernir entre lo que es comer y degustar un chocolate.


Después de obtener el primer lugar en el concurso de KKO Real, estudió en la Chocolate Academy de Barcelona. También en España pasó por la Academia Escribà. Ya de vuelta en Venezuela, hizo un curso de confitería y chocolatería en KKO Real.


Durante el 2015 y hasta el 2017 trabajó en la prestigiosa chocolatería caraqueña La Praline. El galardón de KKO Real le permitió conocer a Brian Van den Broucke, dueño de la chocolatería y jurado del concurso. Rodríguez manifestó su interés en hacer pasantías y fue contratado como maestro chocolatero.





El cacao, divina herencia


Para este joven maestro chocolatero, el cacao es un fruto bendito que la tierra dio, herencia divina, herencia de Dios. La complejidad del aroma y el perfil de los sabores, la diversidad genética de nuestra semilla de cacao, y su acidez, nos permite decir con orgullo que producimos uno de los mejores chocolates del mundo.  


Conmueve descubrir que ha contagiado a su familia esta afinidad con el cacao, y ahora ellos comparten la pasión. En el 2015, en paralelo a su experiencia en La Praline, junto a su hermana Andrea Aguilar comenzó a desarrollar sus propias tabletas de forma artesanal. Su primo Luis Ramones los ayudó creando una máquina para descascarillar. Jean Letondeur, chocolatero y desarrollador de máquinas artesanales, le vendió un horno tostador hecho en su laboratorio.


Empezaron con el deseo de hacer catas en colegios, pues querían estimular el consumo de chocolate oscuro, educar el paladar de los niños aprovechando que no tienen definida su memoria gustativa todavía. Luego decidieron capitalizar sus tabletas y fueron incursionando en ferias gastronómicas.


“El cacao me ha dado la seguridad de seguir luchando en el país”, afirma. Esta convicción lo llevó a emprender y registró dos marcas: Herencia Divina, con la que defiende la importancia de conocer el origen de la semilla, son barras elaboradas solo con cacao y azúcar, siguiendo la tendencia del bean to bar. Y  Chocolatería HD en la que el maestro chocolatero ofrece el chocolate especiado, elaborado con otros agregados.


Empresa y familia


Desde 2018 Miguel Rodríguez estableció el taller en los Altos Mirandinos. Además de su hermana, lo acompaña en su empresa su primo Omar Ramones y lo asiste en el taller su tía Ydelis Mena. Actualmente elaboran seis tabletas de Herencia Divina que puedes conseguir en la Tienda Dulcear, así como el polvo de cacao y mezcla para tortas bajo el sello Chocolatería HD. (Aquí te contamos lo fácil que es preparar una torta de chocolate con la mezcla de Herencia Divina, paso a paso).


Comparte con su padre el sueño de crear una escuela de chocolatería para estimular la cultura del cacao en Venezuela, y de esta forma proteger nuestra identidad y honrar esta herencia ancestral, tal y como lo hace con sus barras.


Un ejemplo es su tableta llamada Doña Petra, 65% cacao, que es un homenaje a una mujer de San José de Barlovento. Doña Petra es patrimonio cultural viviente, es famosa por sus bolitas de chocolate con especias y papelón. Miguel hizo un vínculo con su hijo Luis Brito, y sellaron el sabor en una tableta que ganó la medalla de plata a tan solo año y medio de haber fundado Herencia Divina.


Este tributo forma parte de una línea de producción llamada Herederos del cacao. La barra dedicada a Iraima Chacón de 84% es una edición especial preparada con Cacao Porcelana del Sur del Lago.  


Miguel Rodríguez se desvela experimentando nuevos sabores y dulces posibilidades con el cacao, y asegura que despierta cada día convencido de que el cacao venezolano le permitirá lograr muchas cosas. Aspira a tener su propia tienda en un año y sacar al mercado barras más grandes para repostería.




En un suspiro


¿A qué dulce sabe tu infancia?


Conserva de coco en hojas de naranja.


¿Cuál es tu dulce tradicional favorito?


El majarete de coco.


Qué postre anhelas probar…


Todavía no se ha inventado, tiene que ser algo que rompa parámetros… Todavía no tiene nombre.


Para ser un buen maestro chocolatero hay que…


Tener conexión con el cacao.


¿Cuál es el ingrediente que menos te gusta?


El regaliz.


Este sería un mundo más dulce si…


Si fuésemos más sensibles o abiertos, si dejáramos fluir las emociones.


Qué cualidad espera en un buen postre que también esperas en una persona


Armonía.


Cuando seas mayor quieres ser…


Un ejemplo a seguir.


Un lema


Educar y culturizar el paladar del venezolano que es parte de lo que necesitamos para entender la calidad del cacao que tenemos.