El detalle prometido, tienda de postres, es el resultado de sumar a la tradición familiar las ideas y estructura que aseguran el éxito.
Cambiar para mejorar. Algunas veces es necesario darle un vuelco a la vida, puede ser obligado por las circunstancias o para adaptarse a otro entorno. El aspecto positivo es que siempre se aprende algo nuevo. Así lo entendió la abogada especialista en Derecho Aeronáutico Isabel Escalona, el día que decidió que había llegado la hora de demostrarse a sí misma de qué madera estaba hecha, en especial después de 17 agotadores años de ejercicio profesional
La vida en los aeropuertos requiere mucha dedicación y ella necesitaba tiempo para su hijo Santiago. Además, siempre había sentido la comezón interna por tener algo propio y en eso se concentró. Su madre, Luz Suárez, elaboró por 30 años dulces criollos para la época de Navidad y los vendía en bazares, como el muy tradicional del Ateneo de Caracas, en la Zona Rental de la UCV. En diciembre de 2018, después de analizar mucho su deseo de tener una fuente de ingresos independiente, Isabel le presentó el plan a Luz.
Así llegaron con los dulces criollos que elaboraban con las recetas de la abuela al mercadito de Los Palos Grandes, que se realiza los sábados al lado de Parque Cristal. Se trata de un sitio muy agradable, turístico, al que acuden muchos emprendedores y donde, asegura Isabel, venden las mejores cachapas de Caracas. Comenzaron con el pie derecho sus ventas, en parte debido a la gran rotación de público.
Al principio llevaban solo los dulces y la clientela pidió más. Agregaron las mermeladas, en cuya preparación se aseguraban de dejar trozos de frutas, lo que agradaba al público. Los insumos los traían del estado Trujillo y después, debido a los problemas de la cuarentena, de la zona agrícola de El Jarillo, en el estado Miranda.
Poco a poco sumaron sabores. Fresa, fresa picante, fresa y mora, guayaba, naranja con jengibre, arándano, pimentón y pimentón picante, piña y piña picante, frutos rojos. Esta última mermelada se confecciona con fresa, mora y ciruela criolla cuya piel es amarga y le da un toque que contrasta con el ácido de las otras. Isabel y su madre cocinan y experimentan. “Todo es natural”, asegura.
El detalle prometido: Siete pasos
-Al principio era un emprendimiento de diciembre, pero yo quería construir una marca personal. Mi visión se enfoca en el largo plazo en formar una gran compañía de dulces, tramitar el código de productos envasados, llegar a las grandes y pequeñas cadenas de supermercados, a los bodegones. Mi intención es ir creciendo a medida que se vayan dando las oportunidades. Isabel lo llama la autoestima del emprendedor: “Si lograste entrar en el mercado de los alimentos, vas agarrando fuerza”.
-¿Un consejo para quienes piensan emprender?
-Hay que dar el primer paso; luego, todo fluye. Desde el principio basé mi táctica en los siete pasos diarios que te ayudan en el emprendimiento, siete cosas que te dan una estructura, un to do list. Por ejemplo, hoy hablo con el vendedor de frutas, averiguo precios de insumos, pregunto por los envases.
Ellas destinaron un presupuesto al arranque, que pagaron al detalle. Por cada venta, una parte pasa a ahorro y otra a reinversión.
“Hicimos lo que se debe hacer. El emprendimiento depende de tus ganas, de tu organización. Esa actitud genera hábitos para crecer, para darle forma al negocio. Lo otro es dedicación al ciento por ciento, paciencia, flexibilidad, la situación crítica te obliga a resistir. Mi grito de guerra es: si no puedes por un lado, puedes por el otro”.
En esta cuarentena obligada han hecho alianzas con emprendedores como @panestati, que elabora trenzas dulces de panadería artesanal y venden con las mermeladas como combos, y con @tumasa_ccs que fabrica tequeños congelados, así como con bodegones y con Tienda Dulcear.
-La crisis nos ayudó, tenemos algo que agradecer a esta coyuntura. Al estabilizarnos vamos a contar con lo que teníamos antes más lo que conseguimos ahora. La aceptación ha sido increíble.
Un nombre evocador
Dicen que para hacer los sueños realidad hay que ser optimista y recordar los buenos momentos que te ayudan a tener confianza. Pareciera que esta premisa le sirvió a Isabel cuando decidió utilizar una frase poética y evocadora para su emprendimiento. ¿Cómo ocurrió? Cuando el hijo de Isabel -Santiago, hoy de ocho años- estaba más pequeño, ella lo dejaba en casa de su mama para ir al trabajo, pero antes le prometía: “Si te portas bien, te traigo un detalle”. Por la misma época, cuando se ejercitaba muy temprano en el Parque del Este se cruzaba con un señor que elaboraba molinos de viento artesanales y ella se los compraba a Santiago. De allí el nombre y el logo del emprendimiento: El Detalle prometido.
Un resultado que la incentiva a “echar para adelante” para alcanzar la meta.
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