Los frutos secos aportan un valor agregado a los postres porque además de sabor y esa rica textura crujiente, son ricos en vitaminas, grasas saludables y minerales. Aquí te dejamos unos trucos para que los aproveches mejor:

Conócelos. Los frutos secos tienen menos de 50%  de agua en su composición, son ricos en grasas saludables, proteínas y oligoelementos.

Potencia su sabor. Si ya están tostados, puedes realzar su sabor llevándolos unos segundos al horno antes de agregarlos a tus preparaciones.

Tuéstalos: Si decides tostarlos a la plancha hazlo durante tres y ocho minutos y remueve constantemente para que no se quemen. Si prefieres usar el horno colócalos entonces en una bandeja de teflón o ponlos sobre papel vegetal. Hornéalos durante 20 ó 40 minutos a 150 grados.

Sin ese toque amargo. Si no deseas el sabor amargo de las nueces y de las almendras, o no deseas que oscurezcan la preparación, puedes pelarlas para quitarles la fina capa que las cubre . Una forma sencilla de hacerlo es meterlas en agua hirviendo durante unos 30-60 segundos, déjalas reposar un poco y luego retiras la piel sin dificultad.

Para que no se hundan. Un truco para que los frutos secos no se hundan en tu mezcla de bizcocho consiste en pasarlos primero por un poquito de harina de trigo. Esto hará que se esparzan uniformemente y que no se vayan al fondo.

Actívalos. Si además de su sabor quieres aprovechar mejor sus propiedades saludables, remójalos en agua al menos una noche antes de consumirlos. Cuélalos y consúmelos durante los tres días siguientes. No hagas esto si los vas a usar solo para decorar o quieres conservar al máximo su efecto crocante.

Recupera su sabor: Si los frutos secos, como las almendras y las nueces se comenzaron a poner rancios y quieres recuperar su sabor, ponlos a remojar durante unas horas en agua con sal, luego escúrrelos y déjalos secar.

Para decorar: Fileteados, molidos o enteros, dan el toque de sabor y textura que cualquier postre -especialmente si es achocolatado- necesita.

Consérvalos por más tiempo: Guárdalos en envases o bolsas herméticas, alejados de la luz, la humedad y olores fuertes. En el congelador de tu nevera pueden durar hasta un año.