27 abr
Chacha Fitness nos cuenta cómo disfrutar de los postres de quienes nos acompañan a la mesa, pero sin perder el glamour...
Si te gusta dulcear, lo más probable es que acostumbres probarles los postres a los demás cuando salen todos a comer. Sin embargo, es sumamente importante que sepas cómo hacerlo elegantemente, pues una técnica violenta o poco sutil puede provocar que ganes mala fama entre tus amistades y familiares como la que siempre se chulea con total descaro los postres de los demás. Pedir con glamour requiere una estrategia muy precisa que incluso hará que puedas probar no solo más de una vez sino todos los postres, y aun así quedar como una princesa. Aquí te muestro mi técnica personal (la cual he denominado #sweetchuling) en siete prácticos y sencillos pasos:
1) Recomienda el postre que tú quieres, pero sin llegar a pedirlo. Probablemente tu novio o tu amiga vayan con una marquesa en mente. Sin embargo, si tú quieres profiteroles y solo pueden pedir un postre, el truco es decir desinteresadamente: “Fulanita vino el otro día, pidió los profiteroles y me dijo que eran los mejores que se había comido en su vida… Pero tranqui, pide lo que tú quieras”. No es garantía de que lo pidan, pero acabas de sembrarles esa duda mortal.
2) Si te preguntan si tú vas a pedir postre, di que no. Con desapego total. Ni sugieras que traigan otra cucharita. Di: “la verdad es que no me cabe, pero pudieeera probar”. Si ya nadie te lo cree, entonces ni siquiera digas eso. Di que no quieres, gracias (no tengas miedo que igual vas a probar, teiquirisi).
3) Cuando traigan el postre, espera que la persona que lo pidió lo pruebe primero. Ni lo mires. Hazte la loca y cuando ya lleve un tercio di con ojitos de cachorro: “ufff, ¿está tan bueno como se ve?”. A juro te van a ofrecer. Punto para ti porque no estás pidiendo, solo les sembraste disimuladamente la idea de ofrecerte y lo hiciste parecer idea suya. Otra opción muy acertada es decir que lo probarías pero ahora sí es verdad que estás a dieta, lo cual automáticamente hará que los demás quieran sonsacarte. Dobles puntos para ti ;)
4) Agarra un bocadito pequeño: never, nunca, jamás muestres el hambre. Si quieres repetir, haz énfasis en decir que “está bueníiiisimo”. Da igual si es verdad o mentira, pero si el otro ve que te gustó mucho y que fuiste conservadora con la muestra gratis, probablemente te ofrezca de nuevo (nota: si es un tipo con el que estás saliendo y ese hombre ni te ofrece ni te deja repetir, déjalo ir. Corre. Huye. Lárgate. Ese muchacho NO SIRVE PARA TI).
5) Si te dan otro poquito, reitera que está brutal. Cuando te ofrezcan por tercera vez, di que nooo, que te da mucha peeena, que qué horroooor, no los quieres dejar sin postre. El truco es agarrar siempre poquito. Esto obliga a la otra persona a decirte “tranquila, bobita, agarra más”. Y tú, que eres muy educada, no los vas a desairar porque eso es MUY feo.
6) Genera el caos amigable. Esto significa que invites casualmente a otra persona de la mesa que también tenga un postre a agarrar un poquitico del que te gustó, lo cual creará una situación ganar-ganar en que ambos dueños de postres prueben mutuamente y generará un intercambio a escala creciente. Así ganarás un acceso gradual y discreto a todos los postres de los demás.
7) Es así como ya te comiste varios postres en uno y sin quedar como una pedigüeña. Las otras personas se sentirán demasiado satisfechas de haberte hecho feliz y si tienes suerte pedirán otro para compartir (si el que te conté pide otro postre solo para ti, cásate. Ese mismo es).
¡Y colorín colorado, sabrosito habrás dulceado! :D
Si te gusta dulcear, lo más probable es que acostumbres probarles los postres a los demás cuando salen todos a comer. Sin embargo, es sumamente importante que sepas cómo hacerlo elegantemente, pues una técnica violenta o poco sutil puede provocar que ganes mala fama entre tus amistades y familiares como la que siempre se chulea con total descaro los postres de los demás. Pedir con glamour requiere una estrategia muy precisa que incluso hará que puedas probar no solo más de una vez sino todos los postres, y aun así quedar como una princesa. Aquí te muestro mi técnica personal (la cual he denominado #sweetchuling) en siete prácticos y sencillos pasos:
1) Recomienda el postre que tú quieres, pero sin llegar a pedirlo. Probablemente tu novio o tu amiga vayan con una marquesa en mente. Sin embargo, si tú quieres profiteroles y solo pueden pedir un postre, el truco es decir desinteresadamente: “Fulanita vino el otro día, pidió los profiteroles y me dijo que eran los mejores que se había comido en su vida… Pero tranqui, pide lo que tú quieras”. No es garantía de que lo pidan, pero acabas de sembrarles esa duda mortal.
2) Si te preguntan si tú vas a pedir postre, di que no. Con desapego total. Ni sugieras que traigan otra cucharita. Di: “la verdad es que no me cabe, pero pudieeera probar”. Si ya nadie te lo cree, entonces ni siquiera digas eso. Di que no quieres, gracias (no tengas miedo que igual vas a probar, teiquirisi).
3) Cuando traigan el postre, espera que la persona que lo pidió lo pruebe primero. Ni lo mires. Hazte la loca y cuando ya lleve un tercio di con ojitos de cachorro: “ufff, ¿está tan bueno como se ve?”. A juro te van a ofrecer. Punto para ti porque no estás pidiendo, solo les sembraste disimuladamente la idea de ofrecerte y lo hiciste parecer idea suya. Otra opción muy acertada es decir que lo probarías pero ahora sí es verdad que estás a dieta, lo cual automáticamente hará que los demás quieran sonsacarte. Dobles puntos para ti ;)
4) Agarra un bocadito pequeño: never, nunca, jamás muestres el hambre. Si quieres repetir, haz énfasis en decir que “está bueníiiisimo”. Da igual si es verdad o mentira, pero si el otro ve que te gustó mucho y que fuiste conservadora con la muestra gratis, probablemente te ofrezca de nuevo (nota: si es un tipo con el que estás saliendo y ese hombre ni te ofrece ni te deja repetir, déjalo ir. Corre. Huye. Lárgate. Ese muchacho NO SIRVE PARA TI).
5) Si te dan otro poquito, reitera que está brutal. Cuando te ofrezcan por tercera vez, di que nooo, que te da mucha peeena, que qué horroooor, no los quieres dejar sin postre. El truco es agarrar siempre poquito. Esto obliga a la otra persona a decirte “tranquila, bobita, agarra más”. Y tú, que eres muy educada, no los vas a desairar porque eso es MUY feo.
6) Genera el caos amigable. Esto significa que invites casualmente a otra persona de la mesa que también tenga un postre a agarrar un poquitico del que te gustó, lo cual creará una situación ganar-ganar en que ambos dueños de postres prueben mutuamente y generará un intercambio a escala creciente. Así ganarás un acceso gradual y discreto a todos los postres de los demás.
7) Es así como ya te comiste varios postres en uno y sin quedar como una pedigüeña. Las otras personas se sentirán demasiado satisfechas de haberte hecho feliz y si tienes suerte pedirán otro para compartir (si el que te conté pide otro postre solo para ti, cásate. Ese mismo es).
¡Y colorín colorado, sabrosito habrás dulceado! :D
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