En una ocasión, Jorge Luis Cabrera caminaba por una calle fuera del país durante unas vacaciones cuando alguien a quien no recordaba le gritó como saludo ¡Krispy! “Me ocurre también en Caracas. La gente nos reconoce”. En 2004, Cabrera y su esposa Marta Valamo optaron por confiar en la receta de las donas para multiplicarla. Antes de poner en práctica esa idea importaban alimentos, iniciativa que comenzó a mostrarse cuesta arriba. “En uno de los viajes, en una feria alimentaria, vimos cómo se hacían y decidimos apostar por ellas”.

Si bien al principio las comercializaban al mayor, luego prefirieron tener un local donde pudieran ofrecerlas recién hechas y sin intermediarios. Hace 12 años abrieron Krispy Donuts en Santa Eduvigis, en Caracas, donde reciben de manera constante a los fieles que van por esas rosquillas dulces, coronadas con toppings o rellenas. Allí, aseguran, procuran estar de sol a sol, porque saben que el control de calidad depende de poner el foco cotidianamente en los detalles. “Las elaboramos de manera constante para que nadie se quede sin sus donas”.

Los retos han sido mayores en estos tiempos en los que harina, levadura, aceite y azúcar son ingredientes difíciles de encontrar. Pero ellos siguen tenaces en la propuesta que endulza la vida de los consumidores. “Aquí la gente sabe de donas. Tienen sus preferidas afuera. Nosotros tenemos buena receptividad. Estas no son de consumo masivo”.  Sólo tienen esa tienda, donde multiplican cuatro opciones rellenas, 25 con toppings y tamaños que van desde las extra-mini hasta la habitual.

En una oportunidad hicieron un recorrido por Estados Unidos, desde Nueva York a Miami, para ir probando donuts. De allí se trajeron la idea de replicar la rosada con lluvia de colores de Homero Simpson. Y otra certeza: “Son lugares muy hermosos y cuchis. Pero no venden como aquí”, afirman, mientras una fila de compradores se alista frente al mostrador.

 *Krispy Donuts está en la primera avenida de Santa Eduvigis, Caracas. En Instagram: @krispydonuts12