La cocina en llamas es el recuerdo de aquel Día del Padre en el que el Carlos Hernández Coll intentó prepararle un churrasco a su papá. El actual chef ejecutivo del Hotel Kristoff, en Maracaibo, tenía entonces apenas 13 años pero ya daba las primeras señales de su pasión por los fogones, algo natural para quien creció entre exagerados festines dominicales para reunir en casa a las amistades y cercanos.

La tradición es repetida con sus dos hijas, Zara de 13 años y Sofía de 7 años, quienes ya conocen sus tareas en la mesa: la mayor coloca los platos y la pequeña los vasos. Los domingos el invitado especial es el arroz, lo que le hace rememorar las grandes paelladas preparadas por su padre.

"Zara, quien ya muestra dotes en la pastelería, es la encargada del postre y yo sirvo la comida, no sin antes pedir que apartemos los celulares para comer", comenta el marabino quien enfatiza en transmitir a sus pequeñas los valores aprendidos durante casi dos décadas dedicadas a la cocina. “Empeño, consistencia, humildad, pero sobretodo, este trabajo amerita honestidad, en todo sentido, con tus compañeros, con tus comensales, con tus proveedores, a mi me mata la corrupción.  A mis hijas siempre les he inculcado que no tengan miedo a nada,  quiero que sean ellas y no distintas por complacer a otros, porque ellas me han ayudado a ser así también”, asevera el chef que decidió iniciar sus estudios de gastronomía en el Instituto Culinario de Caracas, posterior a su licenciatura en Ciencias Sociales, carrera que llegó a ejercer. “La hora mas chévere para nosotros era el almuerzo porque  querían saber qué había llevado de mi casa, era compartir con todo el mundo", recuerda.  "Mi papá estaba de acuerdo con que siguiera mi pasión no sin antes formalizar los estudios. Gracias a Dios desde hace doce años puedo mantener a mi familia con mi carrera, que es un placer, no un trabajo, se me van las horas y no me doy cuenta”, dice sobre la cocina.

Para Hernández Coll  decirle “no puedes” se convierte en un impulso. Recibió negativas de muchas amistades al proponer su proyecto Warisyorlava, un spanglish que jocosamente él explica como la traducción de un maracucho preguntando “What is your love” a mil kilómetros por hora. “Nace de la necesidad de recuperar eso que vivimos. Sé donde crecí pero mucha gente joven actualmente no sabe cómo crecimos nosotros,  en qué país crecimos , aquel en donde en verdad no importaba de dónde eres, de hecho, los domingos era cuando menos importaba porque era cuando se hacían las parrilladas. Es un proyecto para la difusión, el aprendizaje, el entendimiento, la masificación de comer y compartir”, comenta el cofundador del Grupo Occidental Gastronómico, un proyecto que define como el hermano mayor de Warisyorlava, y que les permitió llevar los sabores zulianos a muchos rincones de Venezuela.

Su propuesta, la cual define como “la nueva cocina maracucha”, pasa por una revisión minuciosa de sus memorias y las de la ciudad. “Ha tenido mucho que ver con trabajar con la cocina al natural o que no tenga tanta intervención, presentaciones pequeñas con sabores muy contundentes y en otras ocasiones, presento platos grandísimos, porque soy maracucho y así somos: estrambóticos, chillones, si es salado es salado, si somos gritones somos gritones, los extremos. No cocino pensando en que sea un reflejo de mí, si no en qué me gustaría comer si fuera el comensal, de ahí he partido para hacer cada propuesta”, afirma el cocinero que aún se muestra incrédulo ante los méritos de sus preparaciones. “Me asombra, no me lo creo”, sonríe.

Se considera así mismo un tipo con suerte. No deja de repetirlo mientras nombra a varios reconocidos chefs y pasteleros, la gran parte de ellos primeramente sus profesores, luego sus colegas y recientemente sus amigos: Sumito Estévez, Víctor Moreno, Pascal Chérance, Florencia Rondón, Vanessa Franco, Víctor Millán, Pedro Pacheco y más recientemente su pastelero Raúl García con quien ha desarrollado ideas desde una reina pepiada hasta un brazo gitano. “He tenido la suerte de viajar y aprender cosas. Tengo nueve años estudiando cómo ser zuliano en el Zulia y sigo aprendiendo cómo serlo; en Margarita la experiencia fue espectacular, en Puerto Ordaz, asombroso, Mérida hemos ido varias veces y ha sido increíble. Caracas dejó de ser donde pasaba todo para ahora hablar de la sumatoria de todas las cocinas regionales, ese es el concepto. Yo quiero cerrar el año con una super parriyorlava, quiero desarrollar más talleres para seguir enseñándole a la gente lo que he aprendido, me parece importantísimo enseñar, que la gente se prepare y siga adelante, es crecer, crecer y crecer”.

 

En un suspiro

¿Un dulce que te recuerde tu infancia?

El dulce de icaco.

¿Un dulce tradicional?

El huevo chimbo.

¿El ingrediente favorito al cocinar?

La sal.

¿El postre que te gustaría probar?

La pavlova.

¿El ingrediente que menos le gusta utilizar?
Las carnes en veda o animales que no deberían cocinarse, como la tortuga. Tampoco me gusta comer iguana.

¿Qué cualidad esperas en un buen postre que también esperas en una persona? Los niveles de azúcar correcto:  no deberá ser ni tan ni poco dulce;  que sea fresco, ligero, es decir, que la persona lo pueda comer completo y quiera más. Esta característica de la pastelería es muy importante, lograr ese balance  para que se pueda comer el postre completo.

 

En Instagram: @carloshernandezcoll/ @warisyorlava.