Amanda de García tiene 80 años recién cumplidos y la tenacidad de las mujeres de enorme fortaleza. Hace cuatro décadas, a los 62, optó por su retiro en Barlovento, donde junto a su esposo decidió apostar por el cacao. “Quería devolverle al país lo que nos ha dado, como la educación de nuestros hijos”.

Allí, la artífice de Chocolates Mis Poemas comenzaría una admirable historia a partir de una interrogante. “Me preguntaba, si tenemos el mejor cacao del mundo, por qué no hacer nosotros el chocolate”. Con esa inquietud abordó al entonces gobernador de Miranda, Enrique Mendoza, y su interrogante fue el aliciente para la concesión de 10 microcréditos a pequeños emprendedores de Barlovento, que en su caso se transformaron en máquinas para hacer chocolate desde el grano ideadas por su yerno, Simón Pérez.

Allí crearon la descascarilladora, horno, molinillo y refinadora, que utiliza Amanda para elaborar, desde los granos de Barlovento, sus Chocolates Mis Poemas, entre los que tiene tabletas como el Negro fino con 75% de cacao o Barlovento fino con 65%. También ha desarrollado uno al que llama Mestizo, 26 sabores de bombones y hasta una mezcla para hacer brownies. “Todo lo aprendí por ensayo y error, y viendo en Internet”, comparte la admirable Amanda, que empezó en estos esmeros en 2002, casi en simultáneo y sin saberlo con un movimiento que surgió en 2000 en Estados Unidos llamado Bean to Bar, es decir, chocolates hechos desde la semilla. “Nosotros decimos que Amanda fue la primera Bean to Bar de Venezuela”, comparte María Fernanda Di Giacobbe, de Cacao de origen.

Vital y tenaz, asume sola el reto de elaborar sus chocolates venciendo las dificultades en esta región de cacao. “Para mí, es una bendición hacer chocolates. Me gusta. Siempre estoy pensando en idear algo nuevo y a mi edad sigo produciendo. Me defiendo con mi trabajo”.

*Chocolates Mis Poemas se encuentran en varios locales de Caracas. También a través de Instagram @chocolatemispoemas

Fotografía Rosanna Di Turi